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La falta de reciprocidad en la oficina: una plaga que no deja accionar

Antes que nada, gracias por leer esta newsletter semanal. Me cuesta a veces mantener el paso, porque tengo unos días un poco frenéticos.

Pero esta ocasión quiero hablar un poco de un fenómeno creciente en las oficinas. No es nuevo, pero está creciendo como una plaga en la oficina (presencial y virtual): La falta de reciprocidad.

Cómo tú sabes, para que una relación sea duradera, debe existir reciprocidad. Y esto es válido tanto para las relaciones personales, profesionales, como de negocios o diplomáticas.

La reciprocidad implica un intercambio basado en la equidad y la expectativa de que cada una de las partes contribuirá con algo de valor a la otra. La reciprocidad es el pilar de la cooperación mutua entre las partes implicadas. Ya sea la colaboración entre compañeros de trabajo, intercambios multilaterales entre varios gobiernos, sinergias entre empresas o aliados estratégicos.

Cuando no hay reciprocidad, no hay confianza.

Y la desconfianza es el impuesto más grande que puede existir. Cuando no hay confianza, todo se vuelve más lento, más burocrático y se empieza a construir un ambiente de control para verificar cada acción o comportamiento de los miembros. Cuando no hay reciprocidad uno desconfiá de la otra parte. Uno piensa que la otra parte tiene doble intención, que no te da importancia debida o que solo quiere aprovecharte de ti. Todo mundo opera con un impuesto a su credibilidad. Es decir, no creo el 100% de lo que digas o hagas, sino que te pongo un impuesto, por decir, del 20% y todo lo que digas le quito este impuesto.

Operar con un impuesto a la confianza, es muy desgastante.

Cuando esto se traslada a la oficina, los equipos de trabajo no accionan con agilidad, porque hay desconfianza entre las partes. Para muchos jefes, es útil tener a los equipos enfrentados entre sí, porque así les ayuda a mantener el control y el poder. Pero cuando requieren que su equipo sea ágil y resuelva rápido ante un desafío del mercado, explotan porque los equipos no cooperan y resuelven.

Pero lo que está de fondo, es que no confían uno en el otro. Porque en el pasado, ya hubo muchas señales de falta de reciprocidad. En otras palabras, falta de equidad, traiciones o falta de compromiso permanente.

Te doy algunas pistas para que puedas identificar a un colaborador que no es recíproco con el equipo y contigo:

  • Bajo nivel de compromiso y poco esfuerzo demostrado ante un proyecto o tarea. La persona siempre navega con el mínimo esfuerzo y va a encontrar la forma de hacerlo (una enfermedad, un viaje de último momento, una cena muy importante etc.)
  • Baja empatía a las necesidades de los otros miembros del equipo, área o empresa. Le puedes contar un problema o desafío que están enfrentando, decirle que requieres su ayuda, y se quedará callado o se irá sin mostrar interés. Si tienes suerte, sonreirá un poco.
  • Se apropia del mérito de los otros. No tendrá empacho en contarle al mundo todo el esfuerzo que ha hecho por el éxito del equipo. Aunque todos saben que se implicó en el más mínimo.
  • Invierte pocos recursos y lo hace conscientemente, sabiendo que los otros están invirtiendo una mayor cantidad. No le quita el sueño saber que los otros están invirtiendo su tiempo, dinero, relaciones, conocimiento etc. Siempre buscará beneficiarse del trabajo de los demás. 
  • La persona siempre busca extraer información, aprovechar el networking de los demás u ocupar los recursos de otros, sin ofrecer nada a cambio.

Una relación profesional sólida implica el apoyo mutuo tanto en los momentos buenos como en los difíciles. Cuando alguien no muestra reciprocidad en un equipo de trabajo, se debe poner especial atención en saber que ha pasado. ¿Es algo aislado o es un rasgo de personalidad que implica una forma de comportarse y de pensamiento?. Si fuese éste último, se debe actuar para proteger al equipo y evitar implicaciones más graves.

Los equipos que tienen uno o más miembros que han demostrado no ser recíprocos, carecen de un buen desempeño, se encuentran desmotivados y resentidos, con falta de confianza y cooperación, con bajo nivel de cohesión y comunicación. Son equipos contaminados con los que hay que trabajar los temas con mayor profundidad.

Cuando un cliente me pide candidatos con gran espíritu de colaboración, inmediatamente pienso en la empatía, generosidad, compromiso, equidad y transparencia. Pero esto es difícil de evaluar en una sola entrevista. Hay que bucear más profundo y no todo mundo lo quiere hacer.

Las empresas requieren entender la personalidad de sus colaboradores. Evaluar a las personas no es un gasto, es siempre una inversión que te da frutos. Porque les puede ayudar a desarrollarse en sus actitudes, comportamientos e intereses. Las evaluaciones son un instrumento de desarrollo personal, y los colaboradores debe conocer sus resultados y recibir el apoyo necesario y profesional para interpretarlas y hacer un plan de mejora personal.

Nosotros realizamos en la firma evaluaciones de personalidad muy confiables y una de ellas utiliza inteligencia artificial que mide los microgestos del rostro, en donde podemos visualizar las emociones de un candidato. Pero también sus rasgos de personalidad y comportamiento.

Quiero resaltar, que la falta de reciprocidad y sus consecuencias, no se arreglan en un team building, o con una comida larga con muchos tequilas, se arregla concienciando a las personas en el impacto de sus actitudes y comportamientos en su propio desarrollo personal y en su equipo. Pero para concienciar hay que evaluar y compartir los resultados para que la persona se autorreconozca y genere cambios en sus actitudes, comportamientos o incluso modelo mental.

Lo que te puedo decir si estás lidiando con una persona que tiene poco o nula reciprocidad, es que tengas una conversación abierta y seas claro en lo que te preocupa, tus expectativas y la importancia del intercambio de valor equitativo para las partes.

¿Qué tan frecuente es que te encuentres personas con baja o nula reciprocidad?

Como siempre, gracias por leer este artículo, espero que te sea útil. Ten una semana muy productiva.


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